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29.12.08

MASÍA

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La Romana, masía.
Tinta, 28x17 cm.
Ismo,2008

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HORNO DE CAL - CARBONERA

Continuando la entrada anterior, aquí os muestro dos reconstrucciones, de una carbonera y de un horno de cal tal como se hacían por esta tierra. Para los hornos de cal se aprovechaba un hueco del terreno, que se cerraba con piedras. En la construcción de algunos pozos de nieve también se aprovechaba el terreno; se instalaba sobre un ventisquero natural y se empedraba.

La niña es Irene, mi pequeño clon, que es de verdad aunque podría parecer también una reproducción de mí mismo.



28.12.08

POU DE LA NEU

...Pou de la Neu

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Los pozos de nieve eran construcciones dedicadas a la producción de hielo, grandes cavas de hasta 30 metros de profundidad, construidas en piedra y con techo de piedra o teja. Los trabajadores del pozo, que vivían en sus inmediaciones, en zonas de montaña donde la nieve no es extraña, rellenaban con nieve esas enormes fosas cubiertas, la pisaban y la iban recubriendo con paja como aislante. La nieve apelmazada, transformada en hielo, era después cortada en bloques que se distribuían por los pueblos y ciudades cercanas, a donde se llevaban a lomos de burro, en las horas de menos sol y convenientemente empaquetados entre madera y paja. El trasiego de los nevateros (nevaters) arañó sendas entre las carrascas que todavía perduran.

Las ciudades de la costa se beneficiaban también de este tráfico que precedió a la aparición del frío industrial. El hielo se distribuía para diferentes usos: hospitales, lonjas de pescado,… Cuando los nevaters bajaban su hielo a la costa, el viaje de vuelta lo hacían cargados de pescado, que así llegaba a la montaña conservado entre hielo de ida y vuelta.

Otra de las utilidades del hielo, en los pueblos del interior, era la artesanía heladera, tradición todavía vigente que ha dado renombre a pueblos como Ibi o Xixona (Jijona), si bien en este último la internacional fama del turrón ha dejado en segundo plano su talento como heladeros.

El pozo de la imagen está en el puerto de La Carrasqueta, a poco más de mil metros de altitud y a unos cincuenta kilómetros de la costa. Ha sido conservado tal y como siempre fue, para lo que, obviamente, ha necesitado obras de rehabilitación, principalmente en la cubierta. No obstante, los pozos de nieve que hay aquí y allá por las comarcas de montaña suelen mantener un estado de conservación sorprendentemente bueno para su edad, lo que da idea de la pericia de los constructores que forraron sus paredes piedra sobre piedra.

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