GREDOS EN EL ESPACIO

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El paisaje de Gredos tiene algo de lunático, más que lunar. Es imposible evocar a la luna cuando contemplamos las laderas cubiertas de hierba y las quebradas cantarinas y, sin embargo, tampoco podemos evitar la sensación de encontrarnos en otro planeta cuando miramos sus grandes piedras verdes entre el amarillo de la hierba seca. Se diría que visitamos Krypton, o que la Atlántida, desmenuzada en pedazos, ha resurgido del mar en pleno macizo y se oxida allí con el viento del noroeste.

Todo ese verdor de las rocas de Gredos proviene de los líquenes que se sientan sobre ellas, transformando en brotes de hierba los bloques de granito. Uno de esos líquenes, el Rhizocarpon Geographicum, ha sido enviado al espacio por los científicos aeroespaciales; se piensa que especies similares a estas asociaciones de algas y hongos puedan viajar a lomos de los asteroides e insuflar vida al universo y se quieren estudiar las repercusiones que la vida en el vacío lleno de estrellas tiene sobre ellos.

Quizá Gredos es un asteroide, quizá, allá afuera, en el frío Espacio, las cabras saltan de una roca a otra, de uno a otro asteroide teñidos del verde del Rhizocarpon, alimentándose de nebulosas.

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