18.12.07

UNIVERSO LITERARIO

Si durante la lectura de un libro descubres en él referencias a otro que aprecias, te llena de íntima satisfacción certificar la alusión, porque piensas que tu universo literario cobra sentido.

Tu biblioteca, la que llevas en la memoria, es un arcano. Desconoces que persiga un propósito concreto, o que siga un hilo conductor. Los libros que leíste se agolpan en tu memoria sin más propósito aparente que el del disfrute.

Durante una época devoraste páginas y páginas sobre los persas, y seguramente hiciste aquello porque en aquel momento deseabas aprender cosas sobre ellos, pero yo hablo de un propósito más general, un leitmotiv para todos los libros que has leído y los que leerás.

Cuando lees las aventuras de Flashman y descubres a Brooke, rajá de Sarawak, y descubres que ese Brooke (que no en vano también fue gobernador de Labuan) es el mismo que aparecía en los libros de Sandokán que te apasionaban de chaval, parece que falta una pieza menos del rompecabezas tras el que se oculta el auténtico propósito de ese afán tuyo por seguir letras que se enlazan en palabras que se enlazan en frases que cuentan cosas. Descubres, por un momento, más que una coincidencia, un link con tu pasado.

¿Tendrán nuestras lecturas un propósito concreto? ¿Qué propósito? Porque quizá sea un propósito oculto nuestro, que elegimos nuestras lecturas como quién sigue los pasos de un plano del tesoro del que desconoce el final, aunque cree que el tesoro existe, y aunque ignora su naturaleza, o quizá sea un propósito de la propia lectura, que se impone a nuestra voluntad y nos marca un camino predestinado.

O quizá no exista propósito ni finalidad ni nada que perseguir y, simplemente, amamos tanto a nuestros libros que hemos formado con ellos una panda de amiguetes en la que todos se conocen y un universo en el que todo cobra sentido, y no por el poder de la razón.

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