28.2.10

PEQUEÑO RECORRIDO


Quizá se aburrían. Estaban tan hartas de verse las cortezas que, hacía tiempo, habían decidido girarse cada una hacia cada uno de los puntos cardinales. Pero no se mitigó su tedio, y hasta dejaron de celebrar el rito de las estaciones. Así pasaron los años, los nudos, los anillos, hasta que un buen día descubrieron en el valle una frenética actividad; los hombres construyeron altares en los que inmolaban a los dioses -los fines de semana- árboles y animales, trazaron senderos y pintaron de blanco y amarillo las piedras de sus linderos, los troncos de los pinos.

Las cuatro carrascas se aburrían, y cualquier cosa, aun terrible, les parecía mejor que su propio hastío, así que urdieron un plan, y atrajeron a los hombres. Hablaron con los líquenes y los musgos, con los insectos, con la escarcha, y pintaron en su tronco una señal, blanca y amarilla. Y los hombres llegaron hasta ellas, y entraban en su círculo, y se desvanecían en aquel centro del mundo como la lluvia en la tierra.

Sierra de los Barracones, Ibi (Alicante)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y si te atrapan y ya no puedes volver?

ismo dijo...

Entonces lo mejor que puedes hacer es servir de abono, y olisquear acaso el sol a través de la hojarasca... La tuya es una pregunta que han intentado contestar religiones, filosofías y ciencias, pero sólo cuenta lo que tú respondas.