16.11.09

LA FORTALEZA SINDICAL

El sistema sindical se organizó en España, en los albores de la actual etapa constitucional, sobre la premisa de que aquella era una institución necesitada en nuestro país de una especial protección como consecuencia de las peculiares circunstancias históricas anteriores a la Constitución de 1978. Tras cuarenta años de dictadura y proscripción de la libertad sindical, efectivamente, la memoria de la tradición sindical española quedaba tan lejos que la reanudación del sindicalismo libre suponía, más bien, un nuevo inicio desde cero.

El sistema sindical entonces parido por nuestros legisladores quiso favorecer a los sindicatos y ayudarles a recuperar el tiempo perdido, y confirió a los sindicatos importantísimas funciones institucionales que maquillasen su falta de arraigo y les permitiesen consolidarse en un panorama social que se suponía adverso. Nuestro sistema combatía la falta de implantación de los sindicatos y el peligro reaccionario frente a la libertad sindical -peligro, por otra parte, ya entonces visiblemente infundado- otorgandando a los sindicatos facultades exorbitantes en comparación con su implantación social.

Fruto del proteccionismo constitucional fueron el -discutidísimo- reparto del patrimonio histórico sindical, la participación institucional (que alcanza, por ejemplo, a centros de poder socioeconómico tan importantes como las Cajas de Ahorro), la asignación de subvenciones estatales para el ejercicio de su actividad y, sobre todo, la polarización de la vida sindical española en torno a los llamados sindicatos más representativos, que alcanzaban esa condición según un criterio de audiencia electoral en lugar de hacerlo según su número de afiliados.

La fortaleza de un sindicato, en España, no se corresponde con la fortaleza real, es decir, con su número de afiliados, sino con el número de representantes que hayan obtenido en las elecciones sindicales, es decir, con una ficción jurídica. Si la esencia del movimiento sindical es tener una base social sólida, visible en un considerable número de afiliados entre la población activa, la característica fundamental de los sindicatos españoles es, precisamente, carecer de ella, y esa debilidad esencial de nuestro sistema se camufla bajo la simulación de la mayor representatividad.

En resumidas cuentas, los sindicatos, y especialmente los más representativos, dependen de los votos (de un porcentaje de votos, tanto se hayan emitido 10 como 10 millones de ellos) y no de los afiliados para consolidar su poder: a mayor porcentaje de votos, más dinero recibirán de las arcas públicas, y mayor participación tendrán en las instituciones. Con ello, como es evidente, la función social y la función política de los sindicatos se entremezclan como la miel y el café caliente, y los sindicatos parecen más un desdoblamiento de los partidos políticos que una institución primordialmente caracterizada por su función social, especial y única.

La gran asignatura pendiente de los sindicatos en esta etapa constitucional es la mayor conexión con la base trabajadora que constituye -o así debería ser- su elemento fundamental. En más de treinta años de democracia, los sindicatos han sido incapaces de incrementar su afiliación; continúan siendo completamente dependientes de la ayuda estatal y han sido incapaces de imbricar sus intereses con los de la sociedad trabajadora, quizá porque ambos intereses no son de la misma naturaleza y, frente al interés real de los trabajadores, los sindicatos andan más interesados en consolidar esa fortaleza ideal que les llega, sin tapujos, por la vía de la subvención.

En cierto modo, los sindicatos se han convertido en instituciones cuyo objeto principal parece ser perpetuarse, consolidar sus mal ganadas posiciones de dominio y hacer dejación de su principal obligación: defender los intereses generales del conjunto de trabajadores; así lo piensa la mayoría de la población trabajadora, que sigue sin afiliarse, en primer término, porque los sindicatos no han sabido ganarse su confianza, ni han sabido convertirse en sus representantes (escudados en ese malabarismo de la mayor representatividad) ni la gente los siente como tales.

En la tesitura actual, con una crisis económica interna galopante y el gobierno de Rodríguez Zapatero, parece que la docilidad de los sindicatos (que ellos llaman ejercicio de responsabilidad frente a la crisis) va a recibir una nueva recompensa en forma de reconocimiento estatal. En el último Congreso de Trabajadores del Metal de la UGT, celebrado en Pamplona, el presidente del gobierno, emocionado ("Os aseguro que nunca se me va a olvidar"), prometía dotar de mayor representatividad a las fuerzas sindicales, con lo que la ficción continúa. Es de presumir, lamentablemente, que los sindicatos no empleen esa potencia adicional que les proporciona el gobierno amigo (el único amigo que tienen) para procurar las condiciones en que los trabajadores, por una vez, podamos sentir los sindicatos como algo nuestro.

19 comentarios:

ismo dijo...

Con ocurrencias como ésta me monto en clase un debate de tres horas

josemari dijo...

Pues sin que sirva de precedente, apoyo sin tapujos tu disertación. De hecho no estoy afiliado a ningún sindicato por motivos como los que describes. Antes trabajaba en una empresa industral grande, y los trabajadores estabamos en general demasiado hartos de las luchas internas entre sindicalistas. Luchas no por motivos ideológicos o de programa, sino simplemente luchas de poder. Conseguir más trabajadores "liberados", contrataciones para familiares y cosas así.
Nadie duda de que el sindicalismo no es que sea necesario, es que es imprescindible. Pero en España necesita claramente una renovación total.

ismo dijo...

Los revolucionarios necesitan una revolución, contra ellos mismos ;)

malatesta dijo...

Pues no que me he equivocao de identidad... Esto de tener múltiples personalidades es un engorro, je, je, je.

Haideé Iglesias dijo...

¿Y el debate sobre que versa? Digo: ¿por qué dura tanto?

ismo dijo...

¿Tres horas te parecen mucho para debatir sobre las perspectivas del sistema sindical? En cualquier caso es una forma de hablar: nunca doy más de dos horas seguidas.

En cuanto al objeto, intentaré ser más sintético:

1. ¿Crees que los sindicatos defienden el interés general de los trabajadores o están más ocupados en consolidar su posición institucional?

2. ¿Crees que los sindicatos deberían autofinanciarse?

3. ¿Qué podrían hacer los sindicatos para aumentar su afiliación?

Malatesta, te había conocido ;)

dregenwar dijo...

mmm, en diciembre hay una manifestacion 'para que no se aprovechen de la crisis' convocada por los sindicatos... jajaj, despues de dos años de 'eres', apuntando al 20% de paro,... y esto sigue sumando a pesar de que digan que ya hemos pasado lo peor. y donde estan los sindicatos? rascandose la barriga, jajaj

salut i força al canut
..................
tulsa time-eric clapton

dregenwar dijo...

eso si, todos en pie de guerra porque el betis esta en segunda o el atletico no da pie con bola. ains

ismo dijo...

En ciertos momentos de nuestra historia reciente la pasividad sindical tenía sentido. Así sucedió cuando los famosos pactos de la Moncloa: los sindicatos garantizaron la paz social, en una situación económicamente muy adversa, a cambio de recibir contraprestaciones que consolidasen su poder institucional. Era un momento de cambio, con inestabilidad política que la beligerancia sindical hubiese podido agravar.

Lo que no tiene sentido es que ahora se actúe igual. No hay nada que lo justifique, en una situación en que el sindicalismo ya está institucionalmente consolidado. Cuando los sindicatos partían de cero tenía sentido decirles: "No hagáis huelgas; a cambio, fortaleceremos vuestra posición institucional para compensar vuestra escasa implantación social". Entonces los sindicatos ejercieron (en mi opinión) responsablemente; ahora, no. Ahora el mensaje es "No hagáis huelgas y os enseñaré la pasta aunque vuestro nivel de filiación esté por los suelos".

Y eso... ya han tenido 30 años para dejar de usar pañales.

Lo peor es lo que cuesta que una institución que ha entrado en esa dinámica autocomplaciente (y pelota) vuelva a su cauce y, como decía Malatesta, deberían volver a su cauce, porque unos sindicatos como dios manda serían muy útiles, y servirían para canalizar las demandas de la sociedad (que falta nos hace).

Haideé Iglesias dijo...

Depende siempre de las personas que estén en el debate, de lo preparadas que estén, no sólo en el tema a tratar o debatir,sino en la capacidad de comunicación, y esta comienza por saber escuchar...

Por lo que yo sé, no todos los sindicatos funcionan igual. Algunos, por lo que me dicen trabajadores-ras, si que consiguen que los afiliados estén contentos. En mi caso, hace muchos años, un hombre de un sindicato me fue de bastante ayuda, aunque al final no tuve necesidad de ella, porque se resolvió de otro modo.
Ya que mencionas los sindicatos, me viene a la memoria lo que me aconteció en aquella época. Acudí a inspección de trabajo para que controlaran las irregularidades de la empresa, La contestación que recibí por la persona que en ese momento asumía ese puesto fue, "nosotros no somos detectives"... Un tiempo después habían cambiado a esa persona, y entonces si hubiera sido posible. Aunque no pude por menos de comentárselo al que ahora ejercía el puesto. Lo que pasó para que quitaran a esa persona no lo sé, pero fue un acierto. Al menos eso espero, ya que ahora no necesito de ellos.
Y lo que dicen en el último comentario: pues si, es difícil, como lo es para la mayoría de nosotros.
La sociedad está cada vez más alejada-desganada, es cada vez más consumista por la insatisfacción personal en general que se masca dentro, con lo que es inevitable que se viva fuera. Parece ser reflejo de una generación que lo ha pasado mal y quiere que sus hijos no pasen por lo mismo, con lo que se olvidan de que ellos aprendieron precisamente por pasar por lo que pasaron.

Hace mucho que lo vengo pensando, e incluso comentando: todo se puede ir manejando mientras haya que comer, en cuanto esto falte se acabó la tranquilidad.
Yo que abogo por la visión siempre constructiva, sé que la mayoría se rige por el miedo, con lo que el disparador es muy sensible.

Haideé Iglesias dijo...

Uno de los lugares con más tradición sindicalista y solidaria ha sido Asturias, y hace mucho que se lo han cargado. En las cuencas, quedan pocas minas y sueldos altos por las jubilaciones anticipadas. Ahora que ocurre: jóvenes que han caído en la droga y la violencia. Las personas con vacío no se sienten cómodas, con lo que se genera un estado de cosas poco propicio para la solidaridad y si más bien para el egoísmo... Puedes tener mucho dinero, pero si no saber que hacer contigo mismo, de poco sirve. Esto ya se ha estudiado en muchas ocasiones. Una vez cubiertas las necesidades básicas, comida, cobijo y vestido, lo que importa es estar bien con uno mismo. Cuanto más insatisfechos, más necesidad de tener cosas materiales. Y hasta los amigos, mejor pondría comillas, son utilitarios, no verdaderos amigos. Así que vivimos en una sociedad de números, pero como tales, son un espejismo.
Queremos que todo cambie, pero mejor que comiencen otros :)
Complejo cambiar, falta unión, falta algo real por lo que moverse, ahora todo parece estar en una nebulosa, y los que lo pasan mal salen perjudicados, muy perjudicados porque parecen invisibles para todo el mundo.
Si cambiáramos nosotros todo lo demás cambiaría. Y es mejor pensar en cambiar uno mismo que en cambiar a todos los demás. Y aún así, resulta utópico para muchos...

Y diríase que estoy yo también siendo pesimista, no , no lo estoy siendo. La mayoría piensa en negativo, y esto es lo que se refleja. En cuanto eres capaz de cambiar ese modo de pensar, las cosas se transforman como por arte de magia.
Queda mucho por decir de todo esto que comento sobre la inspección de trabajo... Mundo paralelos... si, vivimos constantemente en ellos, tan sólo falta que lo sepamos ver y traducir. Ese código que está en el criptograma... Y, como siempre, en lo que ignoro es donde reside la respuesta, así que si no opto por cambiar hasta lo que leo, y no es una indirecta :), no despertará uno del sueño en el que vive...

Aunque parezca que me he salido de lo que aquí has escrito, a mi me parece que es comprendiendo lo individual, como se puede comprender lo comunitario... Ver el árbol y el bosque.

Jo, y ya me callo :)
Ahora estoy dispuesta a escucharte :)
Un abrazo

ismo dijo...

Haidée, por muy "nebulosa" que esté la sociedad, no puedes culpar a los trabajadores de no encontrar las ganas de unirse al sindicato; hay que preguntar al sindicato por qué no es capaz de motivarle y, sobre todo, por qué le cobra por ser incapaz de hacerlo.

Si falta unión y falta algo real por lo que moverse, mejor que dejen de moverse y gastar nuestro dinero ¿no? Si su problema es que no saben hacia dónde van, que nos dejen ir solos. No es una excusa decir "Ay, es que los tiempos no acompañan"... Es que a estos tíos los tiempos no les acompañan nunca.

Haideé Iglesias dijo...

Es posible que se pueda interpretar bajo tu punto de vista, si es posible. Entonces las preguntas que me surgen son:
¿Por qué nacieron los sindicatos?
¿Quienes fueron las personas que lucharon para que esto fuera así?
¿En que momento de la historia surge el movimiento sindical? ¿En que parte del mundo?
¿Quienes lucharon para cambiar las cosas?
¿Por qué surgió la lucha?

Pienso que tener los problemas resueltos nos perjudica bastante. Cuanta más dependencia se genera, más debilidad. Me parece entender en todo lo que has dicho que hace falta una revolución por parte de aquellos que conforman a día de hoy los sindicatos. Si estoy equivocada, por favor dímelo. Y también me pareció entender que las subenciones son poco beneficiosas... No sé, es posible que yo no te haya entendido...

¡Buenos días! :)

Son unas pocas tan sólo. Seguiré escuchándote...

Anónimo dijo...

1. Sí, los defienden.
2. ¿No se autofinancian?
3. Publicidad entre los jóvenes.
4. Aquí hay huelga esta semana.
Kuss

(En cualquier caso, el discurso sindicalista más generalizado es el mismo que ahí. Desestabilizar una sociedad descontenta no es tan difícil. Asumir las consecuencias en la industria y frente al mercado exterior, eso no lo quiere nadie.)

ismo dijo...

Haidée, son demasiadas preguntas. Tendría que pasar varias semanas respondiéndote o, al menos, dedicarte una entrada.

Mita:

1. En mi opinión no es así, e indudablemente no es así si tenemos en cuenta a los que se llaman "trabajadores inactuales", como los parados. Los parados no pueden, legalmente, fundar sindicatos para la defensa de sus intereses, que tampoco quedan atendidos por los sindicatos llamados "generalistas" (igual que los autónomos, aunque éste sería un debate más general sobre la necesidad de incluirlos en el régimen laboral).

2. De ninguna manera. Los sindicatos los pagamos los ciudadanos, seamos o no trabajadores y estemos o no afiliados a alguno.

3. La publicidad entre los jóvenes no estaría mal pero de nuevo nos estaríamos olvidando de los trabajadores inactuales (parados, pensionistas), autónomos... En todo caso, para hacer publicidad ¿Qué puede ofrecer un sindicato a un joven, a un parado, a un autónomo? hay que tener en cuenta que lo que ofrezcan puede ser incompatible: el mantenimiento de puestos de trabajo con sueldos altos será interés de los que ya trabajan, pero a los parados les interesaría más que los sueldos no sean tan altos y trabaje más gente.
Actualmente los países que menos desempleo tienen son los que tienen un mercado laboral más flexible ¿A quién cuidas: a quien ya trabaja o a quien necesita trabajo? En Dinamarca te despiden con un soplido, pero tiene la tasa de paro menor de toda Europa, y seguramente la población trabajadora más dinámica, y acostumbrada a tomar iniciativas (porque está acostumbrada a tener que cambiar de trabajo).

XuanRata dijo...

La cuestión, creo yo, reside en saber para qué debe servir un sindicato. Si se trata de defender los derechos y mejorar las condiciones laborales de los trabajadores son más eficaces los sindicatos menores, restringidos a un colectivo homogéneo y concreto, y por supuesto desligados de cualquier otro interés político. Si se trata de actuar como representación de la clase trabajadora, suponiendo que hoy exista algo a lo que pueda aplicarse ese nombre, lo que es mucho suponer, entonces no podrían estar ligados a partido político alguno si pretenden tener algún grado de independencia, porque si no, con los partidos que tenemos y sufrimos ya andamos más que sobraos. El sindicado actual es una parte (cada vez menos importante, dicho sea de paso) del engranaje del sistema, cuya función principal es doble: por un lado su propia supervivencia como organización y por otro la desactivación de cualquier iniciativa independiente que pueda surgir entre los trabajadores, que enseguida es calificada de subversiva y antisolidaria. Es decir, los grandes sindicatos son aparatos de control tan verticales como aquellos otros que parecían enterrados. Dicho de otro modo, los sindicatos son un cauce de representación, sí, pero en la acepción teatral del término. Más que su transformación, creo que solo su desaparición pura y simple, tan utópica como otras desapariciones deseables, podría permitir otras formas de representación y de acción que sencillamente sirvan para algo.

Haideé Iglesias dijo...

Aquí en Gijón se ha llamado a los parados-as a una asamblea con carteles pegados en la calle...

La respuesta sería: los trabajadores. Al menos hasta donde yo conozco de la historia.

El primer artículo de la constitución: el poder emana del pueblo.

Cada vez se crean más asociaciones, y están resultado muy eficaces.

Sería interesante esa entrada. Seguro :)

Le he pedido a mi padre que se haga con el nombre de una empresa que trabaja sin jefes, al modo anarquista, y que está funcionando estupendamente. Cuando lo tenga escribiré sobre ello.

Las cooperativas son otra de las soluciones para generar empleo. ¿Por qué dejar siempre en manos de otros la solución a los problemas?.

Qué quieres que se solucione lo que está ocurriendo con algunos sindicatos, te reconozco todo el derecho. Mas pienso, que es mejor aportar soluciones al margen, lo demás vendrá, o para no resultar dogmática, podría venir por si mismo.

También existe la figura del sindicato en negativo...

Te dejo un video. Este es muy creativo y experimental:

http://www.youtube.com/watch?v=2lXh2n0aPyw&feature=player_embedded

Un abrazo

ismo dijo...

Xuanrata, muy atinado. Hoy precisamente, dentro de esta polémica, hemos hablado en clase de la asfixia a que el sistema sindical condena a las pequeñas organizaciones. Estoy completamente de acuerdo contigo en que esas asociaciones podrían volver a dar sentido a eso que llamamos sindicalismo, y casi completamente desesperanzado de que así sea. Los primeros enemigos de ese tipo de participación ciudadana son los propios sindicatos grandes, dispuestos a todo el amarillismo que haga falta -y, en general, a cualquier táctica, como decía Malatesta en el segundo comentario a esta entrada- para cortar el progreso de los pequeños sindicatos en cada ámbito en que aparecen juntos si no han conseguido fagocitarlos antes.

Anónimo dijo...

La perfección no existe.
Ismo, no lo olvides.
Aquí de momento están medio en las barricadas, curiosamente hemos coincidido estos días de alguna manera con el "tema" en nuestros blogs.
Besote