17.9.09

LA FRONTERA

En Estaca de Bares, la resultante de dividir el océano entre las rompientes es infinito. En el Eo, entre Vegadeo y Pontenova, el norte magnético es un guijarro en el lecho del río. Entre Castropol y Ribadeo sería imposible distinguir a quién de los dos pertenecen los atardeceres.

Las fronteras que los sabios dibujaron sobre esta tierra son sendas abandonadas. En Os Teixois, el roble y el castaño siguen creciendo en el batán, en los engranajes de la noria; en toda Asturias siguen creciendo en los entarimados, retorciéndose aún en las balconadas, grabando sobre las paneras la marca del tiempo, retando a la muerte.

La música no se detiene ni en las rías ni en los puertos, porque sale de las raíces de los árboles y sigue los vericuetos del ramaje. Las gaitas, en Asturias y en Galicia, son árboles que cantan. Sortean con sus enrevesadas melodías los límites de lo vivo y lo muerto, de lo natural y lo establecido, de la luz y de la sombra, de cualquier frontera.



3 comentarios:

XuanRata dijo...

La foto de "Humo" me transportó. La de "Frontera" me atrapó. Y esto no tiene nada que ver con la semántica, como no sea con la particular semántica de las imágenes: esa capilla en un claro en sombra y el resplandor de la música callada que nos pintas.

ismo dijo...

Esta foto me recuerda a los cuadros de K.D. Friedrich, de Brueghel quizá, o algún antiguo pintor flamenco, lo que me hace sentirme muy orgulloso. Está tomada desde la casa de Manuel Lombardía, en Esquíos.

Kamenah dijo...

¡Qué vallecito tan bonito! No me importaría nada pasar allí una semanita tranquila :D