15.9.09

EL CALDERO MÁGICO

En Estaca se juntan dos mares, y nadie lo diría viendo el mar, que parece el mismo a uno y otro lado del cabo, pero cualquiera que se acercase a esa costa y que se adentrase por ese saliente de tierra y roca vestido de brezos sentiría en su alma la comezón de la aventura. Caminaría por una loma suave, rebasaría el faro, bajaría hacia los acantilados y le acompañaría la certeza de encontrarse en una frontera. Divisaría luego las cuchillas de piedra, segando las olas, señalando un punto de fuga infinito más allá del horizonte; vería el agua hervir en los bajíos, el carnaval de espuma sobre la profundidad, danzaría con el viento. Se dejaria seducir por la violenta paz de los elementos y pensaría, quizá, que aquella no era una frontera entre dos mares, sino un caldero mágico en el que bullían la tierra, el agua, el viento.


2 comentarios:

XuanRata dijo...

Hace muuuchos años pasé una noche anclado en la playa de Bares dentro de una tienda de campaña. Sopló un vendaval de mil demonios y sujetábamos la tienda con el peso de nuestros cuerpos. Naturalmente no pegué ojo, pero gracias a aquella noche puedo imaginarme dentro del caldero, aunque claro, nada que ver con estar dentro del caldero de verdad, sobre una cubierta tan resbaladiza como un mastil embreado de sebo.

ismo dijo...

Lírica aparte, yo iba acojonado, y ni era de noche, ni el viento era de fuerza 6: creí que la niña que llevaba de la mano iba a salir volando como una cometa. Ahora que lo pienso, aunque soplaba del este (nordeste), tenías que afianzar las piernas como si te viniese de todos lados. No había manera de arraigar.