14.4.09

MEZZ vs. VIAN


Un cierto Mezzrow, habiendo escrito un libro no desprovisto de interés, "El furor de vivir", a lo largo del cual cita en numerosas ocasiones los nombres de músicos conocidos, se ha persuadido poco a poco de que es, también él, músico. Se aprovecha de ello no sólo para tocar en público (lo que, por un lado, tendrá el afortunado efecto de abrir los oídos a las gentes sobre sus talentos musicales reales), sino también para extenderse, por intermedio de sus agentes de Prensa e incluso directamente. en declaraciones autoritarias y dogmáticas sobre el jazz. Una de sus tesis favoritas (no le es rigurosamente personal) es que sólo su música (sic) y la de algunos raros elegidos tienen el derecho a la denominación jazz.

- Para hacer jazz -asegura él, además sin reir-, hay que haber currelado en los campos de algodón o vendido marihuana.

Traducido en lenguaje claro, este aforismo significa, de hecho, que fuera del jazz de improvisación colectiva denominado "estilo Nueva Orleans", no habrá salvación en absoluto.

Boris Vian

El escritor Boris Vian era aficionado al jazz y, como Mezz, también músico. Entre los dos había una brecha: para Mezz, como explica Boris, el auténtico jazz era el de Nueva Orleans; para Boris, el jazz y el blues eran una música en evolución.

Ambos personajes son bastante contradictorios en sus afirmaciones, y ambos se dejan llevar por su gusto personal y por la vehemencia de la discusión para decir cosas verdaderamente aberrantes, o léase la definición absolutamente despreciativa que da Boris del estilo Nueva Orleans:

Para tocar en este estilo se toman dos o tres cornetas abolladas, un clarinete sobreagudo, una batería cuyos parches se aflojan, un piano con treinta y siete cuerdas y un banjo cuyas cuerdas se reemplazan por tripa de gato para raqueta de tenis.

Seguramente en este asunto mediaba algún tipo de antipatía visceral entre ambos. Vian llama a Mezzrow "San Mezzerola", y destila mala leche cuando elabora un diálogo que yo no lei en El furor de vivir (Really the blues!) para recordar la relación de Mezzrow con el tráfico de marihuana (La Mezzerola era la maría mejícana que Mezzrow vendía en Harlem y de la que proveía a su gran amigo Louis Armstrong). Si Vian tenía una discusión artística con Mezz, descalificarle como drogota no venía a cuento.

Mi crítica a Vian está en que él, o los que en su tiempo mantenían posturas parecidas a la suya, no han sabido mantener para otros estilos musicales el mismo aprecio que demostraban por el jazz "moderno". Para mí, Vian (un escritor que me gusta) es, quizá sin merecerlo, paradigma de todos esos críticos y público de jazz para los que encumbrar a Miles implica, no sé por qué, despedazar a los clásicos ("tres cornetas abolladas, un clarinete sobreagudo,..."), y de todos esos críticos y público que quieren redefinir el jazz como música culta: tal como yo lo veo, mucha de esa música culta es completamente ajena al sentimiento jazzístico, popular, folklórico. Creo que Vian es más inteligente, y que mantendría las distancias con ese tipo de críticos, pero tiene ese cierto tufillo de pedantería gabacha que me hace dudar qué hubiese contestado él a la pregunta "¿Son jazz los Spin Doctors?"... En fin, era un tipo al que le gustaba codearse con la intelectualidad.

En realidad, Mezz y Boris son bastante parecidos, bastante tercos y bastante ásperos. Mezz fue un buen músico (pese a lo que diga Boris) y, cuando su adicción a la heroína lo permitía, un gran organizador; Boris fue un músico para mi gusto mediocre, o menos que mediocre, pero un crítico inteligente.


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