21.5.10

VIAJAR


Para las distancias largas soy un poco paleto. Todavía sigo maravillándome de que sea posible desayunar frente al mar y comer en Chamberí. A veces, cuando viajo en coche, imagino etapas que no existen: el viaje dura siete horas; el imaginado, siete días. A quienes están al tanto de mi secreto les digo que es cosa de la evolución y que conservo la memoria y el tiempo de los largos viajes a pie como quien conserva la muela del juicio o la rabadilla. Puedo conducir desde mi casa levantina hasta los Pirineos y llegar en siete horas y sentirme en tierra de nadie, en algún punto del trayecto, o no sentirme ni aquí ni allá, como si me hubiese desdoblado y una parte de mí hubiera llegado a destino mientras la otra no inició la marcha; mi carne se mueve con el motor de explosión, pero mi espíritu se queda rezagado.

A veces, cuando viajo, duermo mal. Tengo que esperar al alma para conciliar el sueño.

7 comentarios:

Kikko dijo...

Creo que -al menos en mi caso- es un sentimiento compartido.
Cuando hago un desplazamiento largo, paso unas horas extraño, como si no estuviese en el mundo real, o en ese entorno, como si, efectivamente, mi cuerpo se hubiese desplazado de lugar pero mi alma aún no hubiese llegado.
Imagino, pues, que le pasará a muchos otros.

ismo dijo...

Luego tu alma se queja porque siempre le dejas a pagar los cafés de la ruta: "Ahora te paga mi colega que viene detrás".

Anónimo dijo...

La lentitud es muy importante. Últimamente todo el mundo asocia la rapidez, el estar cambiando de actividades, el ir cuanto más lejos mejor, etc...con ser moderno, dinámico, joven.
¿No es una falacia?
Durante dos años estuve trabajando en una ciudad y viviendo en otra. Cada vez que tomaba el ICE-tren de alta velocidad- y me veía rodeada de ejecutivos y chicas-bien, de aquí para allá y ordenadores y pantallitas,etc...me preguntaba: ¿Qué hago yo aquí? Lo pasé muy mal.
Cada vez que quedo a comer con algunas de mis colegas de la uni, pienso siempre lo mismo, todo es un continuo movimiento y un estrés tan inútil...Y creo que más para las mujeres.
Es verdad, se va el cuerpo a tantas partes y tan rápido, que ni el alma llega.

Besitos

virgi dijo...

Entonces, es que el alma tiene otro ritmo? Profunda reflexión y muy bella.
Un beso maravillado

dregenwar dijo...

viajar siempre es divertido. da igual en coche, metro, tren... yo que se. desde luego, siempre que puedo cojo el coche, pero cuando uso transporte publico me gusta observar a la gente, los campos... es maravilloso. el otro dia se sento una chica enfrente mio en el bus y creia que las tetas le iban a reventar la blusa. jajaj, casi podia oir el 'boing' de aquellas enormes tetas escapando de aquel diminuto trapo, y ya estaba preparado para esquivar los botones, lo juro. me fascinaba que aquellas costuras aguantaran la presion.

ismo dijo...

Jajaja, ya me lo imagino: "Erupción de escote paraliza el transporte público en Cataluña...".

La verdad es que los viajes tienen también su parte romántica, erótica. Un viaje es propicio a encuentros casuales, a contactos efímeros, a ver y a mostrarse, a sobrecargos que huelen bien y azafatas de pelo recogido... el arte pornográfico o erótico ha bebido a menudo de esa fuente.

XuanRata dijo...

Al menos en coche puedes ver como se transforma el paisaje. El avión sí que es inhumano. Me fascina la capacidad que tenemos no para adaptarnos a lo radicalmente nuevo sino para demostrar tanta naturalidad ante tales desdoblamientos.
A mi a veces me ha pasado que mi alma llegó justo en el momento en que mi cuerpo acababa de iniciar el regreso. Y así andamos.