28.9.09

FUENTES

Llevan ahí más de cincuenta años, o quizá son las sustitutas de otras tres fuentes que hubo antes, guardianas de aquel recodo con olor a pino y eucalipto en el que saciar la sed era una excusa para sumergirse en un pequeño escenario de la fantasía. Veo en la distancia del tiempo cómo dejábamos los campos de deporte durante el recreo para dirigirnos a las fuentes, donde siempre podía aguardarnos algo inaudito, o donde simplemente encontrábamos para nuestra imaginación el refugio que le negaban las porterías y las canastas.

Fuentes
Tinta, 19x20 cm.
Ismo, 2009


2 comentarios:

XuanRata dijo...

Efectivamente, esas fuentes parecen restos arquitectónicos de un pasado más alto. Pero no habrá ruina en ellas mientras sigan manando, aunque los niños ahora se traen de casa el actimel o el refresco pertinente y una fuente sin nadie que la beba es como una tasca sin vino, una cosa bien triste.

ismo dijo...

Sí pensé en un "pasado más alto", aunque no lo leíste en mis letras. En esas fuentes te invade cierta sensación de que ese mismo rincón ha alimentado la energía de mucha gente a lo largo de los siglos; puedo imaginar a un gordo comerciante fenicio echando la siesta, techado con la sombra de las carrascas, de los olivos, en un escenario distinto al de hoy y, sin embargo, embelesado por la magia esencial de ese sitio igual que hoy mismo. Como si el lugar tuviese un encanto sobrenatural latiendo bajo sus sucesivas transformaciones; como si el paso del tiempo y las excavadoras no hubiesen conseguido minar su carácter. Como si no estuviese escrito pero se leyese.