21.10.08

EXPOSICIÓN DD.HH.

Fue una de esas noches calurosas de mi tierra en las que el verano se cuela por entre los resquicios del otoño.

La exposición constaba de 12 dibujos, 11 tintas y 1 grafito. Seis de ellos se referían al momento histórico en el que se alumbró la Declaración de Derechos cuyo 60º aniversario se celebraba; eran éstos los que conocéis ambientados en la Segunda Guerra Mundial, que yo tomé como motivo fundamental del que nació la Declaración. Los otros seis retrataban la problemática de los derechos humanos en la actualidad, sesenta años después, estableciendo un paralelismo. La sala se adaptaba perfectamente al guión: rectangular, utilicé tres de sus caras, opuse frente a frente cinco dibujos históricos y cinco de actualidad y reservé la cabecera (uno de los lados estrechos) para oponer dos dibujos que son simétricos, el camión de refugiados y el cayuco, el antes y el hoy de los desplazados. Estos dos los cambié de margen; el moderno junto a la pared de los cinco antiguos y el antiguo junto a la pared de los cinco modernos, lo que, en mi opinión, mejoraba el discurso, pues recortaba las esquinas.

Creo que gustó, que me sentí recompensado con ese tesoro del dibujante desconocido que es la sorpresa de su público. En honor a los participantes de este blog, mis espectadores en primicia o, según como se vea, mi público sparring, tengo que decir que parte del mérito de que todo saliese bien fue vuestro, directamente en algún caso, pues allí estaban “El pequeño saltamontes” y “Almas prisioneras” (cuyo título fue muy elogiado).

Sin despreciar la sensibilidad de mis espectadores que, para mí satisfacción, coincidió con la mía en muchos comentarios, la crítica más estimada resultó la de J.B. Sanchis, un artista alicantino, pintor, dibujante, diseñador, escultor…, por el que siento la mayor admiración. Amigo de la familia, Juan fue testigo de mis primeros pasos como dibujante en pantalones cortos pero nunca había llegado a conocer lo que yo hacía más crecidito, algo comprensible porque el dibujo había sido hasta hace poco para mí una actividad íntima en todos los sentidos. Yo tenía temor ante su juicio, pues Juan no es tipo que se muerda la lengua, y sabía bien que era capaz de destrozar toda mi moral de artista incipiente entre dos risotadas. Afortunadamente no fue así, le gustó, y su lengua se soltó no para la crítica sino el diálogo.

Me henchí de gozo cuando, mirando los dibujos, me dijo que en el blanco y negro está todo, algo muy significativo por venir de un pintor de colores apasionados que, sin embargo, sigue estimando que en el dibujo se almacena gran parte del secreto de una obra. No fue esa, empero, su observación más conmovedora, sino otra que comprendía todos los anhelos que me guían como dibujante. Algo así:

“Tus dibujos son perfectos. Dominas la técnica (eso que los críticos llaman técnica y nosotros llamamos trucos) y sabes ponerla al servicio de tu sensibilidad. Ahora ya lo has hecho, ya sabes lo que puedes hacer. Ha llegado el momento de inventar; saca todo eso que llevas en la cabeza y verás que es ahora cuando empieza la auténtica diversión”.

Del mar llegaba a lomos del salitre la promesa de aventuras, islas escondidas y atardeceres. Me sentí ante J.B. como Jim Hawkins ante Long John Silver, y obedecí la orden: ¡Soltad amarras!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Soltad amarrrasssssssssss! Y una botella de ron! :) Mu bien.

malatesta dijo...

Mi más sincera enhorabuena. Recuerdo tu primera exposición, hace ya más de un año; tus dudas, tu ilusión... Ya has pasado a ese otro nivel de la que te hablaba Juan, y que yo aún aspiro alcanzar algún día. Disfruta.