20.7.08

EL BALNEARIO

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Cualquier balneario es decimonónico. Quizá porque abundan los vejetes, que mantienen las antiguas formas de la cortesía. Como fuere, no puedo entrar en uno y evitar sentirme como si hubiese retrocedido varios lustros en el tiempo; ya puede contar con los más modernos lujos de la civilización y los más sofisticados aparatos de hidroterapia, sigue teniendo ese olor antiguo que se percibe mejor en el ánimo de los clientes que en la decoración. Existe una extraña afabilidad entre la gente, como si los minerales del agua tuviesen más efecto en su espíritu que en su riñón.

El balneario del que hablo no es cualquiera sino el de Caldes. Los edificios son de arquitectura montañesa y se extienden en una vasta área rodeada de jardines y éstos, a su vez, de bosques. En los caminos que recorren el inmenso recinto (sin vallar) surgen decenas de fuentes de gustos variados, incluso la sulfurosa, con sabor a pedo. Por allí pululan las ardillas, la pareja de cisnes que adorna uno de los estanques artificiales, los milanos, que sobrevuelan ocasionalmente nuestro espacio aéreo; las noches son de los sapos en el jardín y, en el patio, de los murciélagos, que parecen trozos de pizarra desprendidos del tejado y engullidos por un torbellino invisible que les hace girar por el alero… Alguna vez he oído que se guían por ondas, como las del radar, e intento sintonizarlos, pero el dial de mi cerebro es demasiado pobre, así que toda nuestra comunicación se queda en la metáfora, pedazos de pizarra que comen mosquitos.

Las mañanas de principios de julio son frescas hasta que algún rayo de sol consigue colarse en el valle; cuando lo hace, las piscinas se llenan de bañistas con toallas iguales y albornoces iguales. Lo de pasearse en albornoz por toda la extensión del recinto es una costumbre arraigada, y hay que reconocer que lo doméstico del atuendo contribuye también al fomento de relaciones de mayor confianza entre los huéspedes; en casos de emergencia, cuando la Sra. Bates amenaza con un recitado de las virtudes mineromedicinales de aquellas aguas al borde de la piscina, siempre le queda a uno el socorrido recurso de zambullirse en la piscina de agua helada tras el tormento, igual que los bañistas que se duchan con agua fría para no sentir la impresión de la entrada en la piscina… Mientras tus miembros ateridos se sumergen en ese agua helada, la cabeza se te embota y empiezas a pensar que no serás ni capaz de encontrar de nuevo la escalerilla, recuerdas los rollos de la Sra. Bates y comprendes que hay cosas mucho peores que un gélido chapuzón.


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12 comentarios:

Alberto dijo...

"olor antiguo"
"sabor a pedo"

Bueno, aunque no sea un paraiso para el gusto y el olfato espero que al menos te lo estés pasando bien :D

Un saludo!

ismo dijo...

Jajaja, sí, a gusto de carcamal... ¡Al menos camufla el sabor de la medicación!

Me alegro de verte de nuevo.

malatesta dijo...

Entre la compañía de los vejetes y los baños fríos te habrás quedado bien relajado, macho.
Bonitas fotos, pardiez.

ismo dijo...

Soy una balsa de aceite

XuanRata dijo...

Da la impresión de que ese balneario (a lo mejor todos, como dices) es un mundo dentro del mundo, un paréntesis dentro de la ecuación, en el que muchas cosas están vueltas del revés, como esos murciélagos de pizarra que no consigo quitarme de la cabeza y que por algún motivo asocio con los sapos, que también son presencias nocturnas y algo minerales...

ismo dijo...

Hermosa comparación que embellece la metáfora, xuanrata

Emmaskarada dijo...

Conoces el de Arnedillo? Pase alli unos dias a principios de Julio y estaba lleno de fantasmas.Un beso Ismo

ismo dijo...

Confieso que nunca he ido a La Rioja, así que tomo nota para cuando redima ese pecado.

JAL dijo...

He pasado muchos momentos buenos en ese balneario y, lo primero que me viene a la cabeza es Pete Sampras jugando un partido. Para que veas si hace años que no lo piso

ismo dijo...

Yo estuve viendo la final de Wimbledon de este año allí, en el salón del hotel, así que ambos tenemos recuerdos tenísticos de ese sitio.

Carlos Martinez dijo...

Bienvenido al mundo del balneario, del que como sabes soy asiduo.
Aunque yo prefiero el agua termal bien calentita.(Fortuna Leana y Archena)
Este que citas y no dices donde está, no lo conozco, pero efectivamente "huelen a viejo".
A pesar de que poco a poco abundan mas los jóvenes y los muy jovenes que han descubierto sus encantos.
Lo que pasa es que se sigue asociando a vejez y a cierto nivel, y como tantas cosas hoy eso ya es un error.
http://mishuevos.blogia.com/

ismo dijo...

Está en Lleida, Vall de Boí, en el Pirineo.