7.6.08

ANTIAMERICANISMO

Mantengo una discrepancia con otro blog por una entrada en la que se critica que los yanquis hayan endurecido los controles de entrada a su país. Tal como yo lo veo, la medida puede ser mezquina (y poco deportiva) pero, desde luego, las restricciones a la libre circulación son algo demasiado habitual en el mundo como para criticar únicamente a los USA por hacer lo que todos hacemos.

Yemen, Cuba, China, Irán, España, Francia, Alemania,… Todos ellos son países que, en mayor o menor medida, tienen establecidas restricciones a la libre circulación de extranjeros por su territorio. Conocida y aireada es la justificación antiterrorista esgrimida por los Estados Unidos; en otros casos, como el de España, curiosamente se publicita una política benevolente con la emigración y, paralelamente, se endurecen los requisitos para que ciudadanos de determinados países menos desarrollados encuentren más dificultades para la entrada en el país, con lo cual se niega el problema y se ahorra la justificación. Al fin, otros países exhiben justificaciones de lo más variadas que, en definitiva, son esencialmente iguales: cada país pretende proteger su modo de vida, o lo que puñetas sea eso.

Para inculpar a los yanquis por encima del resto de países que llevan a cabo el mismo tipo de prácticas, mi interlocutora argumentaba que los yanquis tienen una posición especial de dominio, y estoy de acuerdo con ella en que eso debería obligarles a ser más elegantes, o más compasivos con el resto del mundo. Desgraciadamente pienso que, fuese cual fuese el país dominante, la tónica general de desprecio hacia los demás no variaría demasiado: estoy decididamente convencido de que ningún país está investido de mayor autoridad moral que otro, así que no creo que la cosa fuese mucho mejor si otro que no fuese USA se convirtiese en la primera potencia mundial… Sí pienso en lo que sería el orden mundial si la primera potencia fuese un país del estilo de Irán (y no por un juicio moral), pero no hablaré de eso aún… La cuestión es que no podemos comparar el papel de USA como primera potencia en base al ideal que tenemos de lo que sería una primera potencia sino intentar sumergirnos en la realidad y pensar qué nación no se comportaría como ellos. La conclusión es bastante obvia: el propio significado del término, primera potencia, implica tal nivel de competitividad (el habitual en la historia) que, necesariamente, quien ostente ese papel tendrá ¿cómo llamarlo? Un comportamiento VORAZ con el resto. Es lo que hay, es el jodido mundo, y podemos seriamente intentar reconocer sus problemas o bien hacer castillitos en el aire y formular acusaciones a los demás (los yanquis, diablos) en base a un mundo que hemos imaginado de color rosa y que, en realidad, apesta a azufre. Mi interlocutora y yo podemos mantener un acuerdo sobre lo que sería hacer política honestamente, pero yo soy consciente de que esa idea de la política honesta sólo sería producto de mi imaginación y, por tanto, no me vería moralmente capacitado para exigir a ningún país lo que ningún otro ha hecho.

No creo que haya nada que justifique el argumento de que los Estados Unidos sean especialmente dañinos, en base a lo cual mi interlocutora creía también que su actitud resulta especialmente injustificada. No creo que exista una medida internacional para el daño que causa un país; parece evidente que USA es protagonista de muchos desmanes, pero también es protagonista de muchos avances, así que es difícil evaluar qué pesa más en la balanza. Por otro lado, si los EE.UU. son especialmente dañinos, me parece que ese sería un argumento más que reforzaría mi postura: lo que es realmente desaforado es esperar que el más dañino deje de hacer daño (en este caso, deje de restringir la circulación de ciudadanos de otros países), lo más probable es que siga haciéndolo. Sostener que USA es un país diabólico y, al tiempo, juzgarlo más diabólico porque no abandona el camino torcido parece un contrasentido y una exageración.

Realmente todo el antiamericanismo parece una exageración, y ese es el punto central de mi argumentación. Se exagera, por ejemplo, cuando se dice que USA contamina más que nadie y se silencia que, en realidad, China le anda ya a la zaga, a pesar de que China goza de ciertos beneficios que le permiten seguir incrementando su actividad contaminante a mayor ritmo que el resto. China y USA son igualmente nocivos para el medio ambiente, aunque existan diversas circunstancias económicas y políticas en ambos países para que así sea… pero nadie habla de China, ni de India. Si acudimos, en otro ejemplo, a las estadísticas de Amnistía Internacional, veremos que hay países donde las probabilidades puras y duras de ser ejecutado son mayores que en Estados Unidos pero aquí, de nuevo, volvemos a enfocar en USA toda nuestra reprobación a la pena de muerte; decimos (dicen), una vez más, que USA debería dar ejemplo, ya que es un país democrático aunque, paradójicamente, quienes lo dicen sostienen también que los USA son un país dañino ¿En qué quedamos? ¿Son buenos y nos deben asquear especialmente sus malas acciones o son malos y, por tanto, sus malas acciones no serían más reprobables que las de ningún otro? Lo que no me cabe en la cabeza es que alguien sea más bueno pero realice acciones más reprobables que las de ningún otro… es de locos.

No puedo aceptar que existan excusas para unos países y no para otros. Mi interlocutora, cuando yo le cité el caso de Yemen, respondió que quien viaja allí ya sabe dónde se mete, que en Yemen no engañan a nadie y que a un pueblo que lleva varios siglos bajo la misma cultura le resulta difícil cambiar sus costumbres de la noche a la mañana. Pues bien, la cuestión no es si la gente sabe dónde se mete, sino los requisitos que exige Yemen a los extranjeros que pretenden entrar en su país, pues Yemen establece esos requisitos para preservar su cultura… esa con la que llevan siglos y les lleva a ser como son ¿Cómo son? En primer lugar, sí engañan, como cualquier otro o más, porque la gente que viaja a Yemen lo hace porque Yemen abre sus fronteras a algunos viajeros… y a otros no. Yemen no es inaccesible, exótico y romántico, o sí, pero su política de fronteras es como la de cualquier otro, o más dura que la de muchos otros. Además, no es una excusa, si hablamos de libre circulación por el globo político, decir que un país es huraño frente a sus visitantes por su idiosincrasia y que, si tu idiosincrasia es esa, quedas excluido del libre tráfico global…

El antiamericanismo podía resultar pintoresco, por novedoso y exótico, en los tiempos de Vietnam… con Jimi casaba de maravilla (aunque ya sabemos lo que dijo Hendrix en uno de esos comités censores por su “Star Spangled Banner”) pero el antiamericanismo militante del siglo XXI, extinta la URSS, parece o demasiado inocente o demasiado tendencioso y trasnochadamente soviético. Yo creo que hay una clase de antiamericanismo que quedó huérfano cuando cayó el muro y todo aquello, y que corre el grave riesgo de encontrar un nuevo mentor más dañino aún que el anterior si se dedica a hacerle el juego a quienes tienen menos poder que Estados Unidos pero les gustaría tener más. Cuando lees la historia política, el mundo no es demasiado complicado: en esencia todos buscan lo mismo. Si crees que un país tiene más o menos ética que otro, has plantado los cimientos para una nueva dominación, y has demostrado, en tu propia conciencia, que tu utopía es indefendible, imposible.

NOTA: Traslado a mi blog la discusión ante la impresión de que se estaba calentando demasiado: no tenía la certeza de que mi voz no estuviese resultando inconveniente y no quería resultar inoportuno en casa ajena, aunque me apetecía seguir dándole vueltas a la entrada. Pienso que mi interlocutora tiene así oportunidad de continuarla o no, y no me importaría seguirla en su casa de nuevo. Aclaro, pues, que el traslado no implica discusión personal y que, al omitir nombrar a la autora de la entrada que provoca esta, no albergo ningún resquemor oculto y sólo pretendo dejar en sus manos el seguir o no con este debate. Espero que mi forma de expresarme no conduzca a malosentendidos pese a que, como es obvio, no tengamos la misma opinión. Con todo respeto. E insisto en lo de siempre: para librarse de mí, sólo hay que pedírmelo.

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